Hace 21 años, el 27 de febrero de 1989 Carlos Andrés Pérez asume la presidencia por segunda vez.
Desequilibrios macroeconómicos, arcas del Estado exhaustas, renta petrolera insuficiente para satisfacer las crecientes demandas de la población, pobreza y desencanto social, constituían el cuadro de la Venezuela de esos años.
Pérez adopta un paquete de medidas de ajuste neoliberal orientado a la liberación de la economía tras la firma de una Carta de intención con el Fondo Monetario Internacional, en la que se decretaba un aumento del precio de la gasolina y el transporte público, entre otras “políticas de ajuste económico” que golpearían el ya debilitado ingreso de las franjas más pobres de las sociedad.
El 27 y2 8 de febrero se encendió la llama del descontento popular que llevó a cientos de miles de personas a salir a las calles de Caracas y de otras ciudades del país para protestar por el implemento del paquete neoliberal.
Se producen saqueos a comercios y se protagonizan los hechos de violencia, seguidas de una de las más sangrientas represiones policiales-militares jamás registradas en la historia contemporánea venezolana.
El gobierno suspendió varias garantías constitucionales e impuso un toque de queda durante varios días. Las cifras oficiales de muertos referían al menos unas 3000 personas; no obstante, el número de asesinatos derivados de la masacre ascendería a más de 10.000, la mayoría a manos de los cuerpos de seguridad.
Al respecto, Roland Denis, en fabricantes de la rebelión (2001), precisa que
“Si hablamos de modos de resistencia, partimos
de la idea que ellos de fecundan en la cotidianidad,
en el día a día de la lucha por el derecho a ser , pero
hay momentos en que desbordan estos límites y se
convierten en una energía de intercomunicación entre
los individuos; que en este tránsito multiplican
su fuerza de manera exponencial,haciendo que la
realidad explote, reconociéndose ella misma,hacién-
dose constituyente y alternativa,y dando a conocer
sus anhelos más profundos.”