martes, 22 de julio de 2008

El Paseo Colón de Caracas se llamará Paseo de la Resistencia Indígena


22 de julio 2008. - La Alcaldía del municipio Libertador abrirá un concurso de ideas para la remodelación del Paseo Colón, que ahora pasará a llamarse Paseo de la Resistencia Indígena. Freddy Bernal, Alcalde del Municipio Libertador informó que se abrió un concurso de ideas sobre como remodelar y redimensionar el Paseo en función de su nuevo nombre, organizado por Fundapatrimonio.

"Hemos tomado la iniciativa de Fundapatrimonio y la Cámara Municipal que el Paseo Colón pase a llamarse Paseo de la Resistencia Indígena, en ese sentido estamos realizando un concurso de ideas en el que pueden participar poetas, sociólogos, arquitectos, ingenieros y comunidad en genral para que aporten ideas acerca de cómo remodelar y redimensionar el paseo Colón en función del nuevo nombre que detentará", comunicó Bernal.

Asimismo Bernal anunció que la escultura de Cristóbal Colón que actualmente se encuentra en el Paseo, no se mantendrá allí una vez que se inicien los trabajos de remodelación por lo que será donada al Museo de Bellas Artes.

Colón derribado

El espacio cobró resonancia luego de que manifestantes identificados con el proceso revolucionario derribaran el 12 de octubre de 2004 la estatua a Colón, en un hecho que fue rechazado por el gobierno bolivariano y que causó fuertes debates dentro de los factores que apoyan al proceso. La obra había sido elaborada por Rafael de la Cova y fue inaugurada en 1904.

Cinco personas fueron detenidas por la policía de la Alcaldía de Libertador aquel día, luego de que la estatua de Colón fuera arrastrada por el piso y trataran de llevarla al Teatro Teresa Carreño, donde se efectuaba un acto por la Resistencia Indígena. Después de eso, Fundapatrimonio se hizo cargo de su restauración.

Los manifestantes señalaron en aquel entonces que la llegada de Colón a las Américas causó una operación de "genocidio" que acabó con las vidas de millones de pobladores aborígenes del continente en menos de 150 años, período en el cual las riquezas del continente americano fueron brutalmente saqueadas, por lo que consideraban absurdo que se le honrara en una plaza pública.

El alcalde Bernal condenó la acción, indicando que el gobierno municipal está atento a realizar cambios de ubicación del patrimonio de la ciudad, pero "no por vías anárquicas". "Estas acciones anárquicas no cumplen con ningún objetivo. Nosotros creemos que la historia debe ser reescrita, y estamos dispuestos a hacerlo. Rechazamos los honores a Colón, pero eso es una cosa y la anarquía es otra", señaló el burgomaestre caraqueño aquel día.

Tomado de www.aporrea.org

miércoles, 16 de julio de 2008

¿Discriminación y fascismo en Venezuela?

Martín Guédez

Es común escuchar entre los venezolanos de clase media, así como entre muchos de los intelectuales opuestos al proceso revolucionario provenientes, por lo general, del mismo sector, descalificaciones de las expresiones culturales populares con los recurrentes epítetos de desprecio de: indios, niches, cerrícolas, perraje, zambos, monos y un largo etcétera. Es la misma gente que jura y perjura que en este país jamás se discriminó a nadie por su raza o condición social. Obvian que es natural que no se discrimine lo que no existe. Es ahora, cuando ese “perraje” salió de la zona cero, del limbo invisible, cuando ha adquirido voz y corporeidad, cuando se hace presente en los espacios de la cultura y el quehacer social, antes reservados a las élites privilegiadas, cuando se pone a prueba la pretendida ausencia de tendencias discriminatorias. Les era muy fácil tenerles hasta simpatía de lejos, incluso ver con cierto mohín de agrado las lucecitas de los ranchos, allá, lejos, en los cerros, como en la representación de un Nacimiento tamaño natural. Una cosa es tenerle "cariño" a la nana, a la muchacha de servicio y otra tener que compartir los espacios con ellas como igual, me recordaba esta mañana la compatriota, amiga y fregoteadora de la palabra, María Antonieta Guevara...¡Cuanta razón!

Pero, lo que no es auténtico, lo que es impostura, no requiere de pruebas muy severas para exhibir su naturaleza, basta el más leve roce para que la capita encubridora se le caiga. En esta Venezuela, la misma en la cual se confundió el igualitarismo, fruto de la Guerra Federal, -lo único que le quedó como saldo al pueblo- con igualdad, la misma en la cual se edificó una ilusión de armonía sobre el silencio de las mayorías, es natural que los primeros, acaso sorprendidos, por el bagaje de intolerancia que llevaban en el alma hayan sido esos mismos sectores.

Resulta que, como con todas las ilusiones, la realidad las somete a la dura prueba de su esencia. No importa como quiera nombrarse un objeto, -con todo y el peso que la fuerza de la palabra posee- su condición lo descubre en su estricta naturaleza. En ese sentido, estas conductas no son nuevas. Su aplicación responde a la creación de una ideología de supremacía racial, social, económica y académica, proyectada sobre el común mediante la fuerza y la intolerancia. Se trata de desconocer el derecho a la vida general y ver en él un enemigo peligroso para la estabilidad del sistema social. Lo vemos cada día, cuando líderes de estos sectores sueltan perlas como estas en la televisión venezolana: “¿Qué puede esperarse mientras el voto de ignorantes y marginales valga igual que el de uno?”, o “Mientras siga votando la chusma a Chávez no lo saca nadie”.

El bien común, sin exclusiones, fue algo propuesto en el ideario de la revolución burguesa que el Estado burgués no pudo ni puede cumplir. El Estado burgués pronto, más allá de los postulados, se manifestó como un instrumento al servicio de la clase dominante. De hecho es así, en cualquier caso, desde que nació el Estado, esa clase dominante es capaz de hacer concesiones siempre que estas no afecten el poder que detenta. Cuando esto ocurre, cuando la amenaza deja de ser cosa de intelectuales o círculos académicos, cuando la amenaza se hace pueblo, especialmente, cuando la amenaza se comienza a tomar el Estado, la clase dominante reacciona. Los colmillos de la intransigencia, la intolerancia, -en definitiva-, el colmillo fascista, salta como impulsado por un poderoso resorte.

El pensamiento discriminatorio, fascista, toma cuerpo en primer lugar en la clase media, la cual percibe más de cerca lo que considera una terrible amenaza. Encantada, mirando hacia la inalcanzable clase superior, le horroriza el surgimiento de las clases inferiores de las que huye. Es la clase social y económica que más profundamente cree en la necesidad de las diferencias sociales. Sin argumentos profundos, pues no los hay, la necesaria diferenciación social la apoya en argumentos racistas y académicos.

Este terror a la igualdad, de la que huye despavorida, es un excelente caldo de cultivo para la única clase que tiene razones para temerle: la gran burguesía o la oligarquía agraria. Todo el poderío propagandista de la clase superior es volcado, desde una aparente indiferencia, sobre la vulnerable clase media. El mensaje constante, machaconamente repetido, está siempre referido a la exaltación de valores como el éxito por la competencia, el esfuerzo propio y la superación personal, -tan caro a este segmento de población- tanto como a la presentación del pueblo como horda despreciable, culpable de su propia situación, flojo, pedigüeño, irresponsable, sin méritos para acceder a lo que con tanto esfuerzo y sacrificio obtuvieron ellos.

Allí están las razones por las cuales las mayores expresiones de odio, de enloquecimiento, intransigencia y desprecio, no hayan tenido lugar en el Country Club, sino en las urbanizaciones de la clase media. Los de arriba de verdad, saben muy bien lo que hacen, son los que planifican y proyectan las inyecciones de odio diario, son los que preparan la sopita de alacrán de todos los días. No necesitan odiar ni perder la sindéresis, todo lo contrario, requieren del cálculo frío para alcanzar sus objetivos. Los otros, los del medio, esos son los instrumentos propicios, la herramienta al servicio de los poderosos. Sumidos en una brutal ceguera inducida, son incapaces de ver quienes son sus verdaderos enemigos, quienes amenazan con sus hipotecas sus viviendas o sus automóviles, quienes les convierten a los hijos en consumidores insaciables e insensibles, quienes les ponen precios de ruina a los servicios de salud o educativos. La disociación es tal que, las conquistas alcanzadas para ellos, pues el pueblo no tiene apartamentos, carros ni tarjetas de crédito, son despreciadas, rechazadas y vistas con horror como una materialización de la horrible amenaza popular.

No es nueva la cosa. La situación hace recordar la experiencia vivida por Simón Bolívar, recogida en el Diario de Bucaramanga, cuando al ver una procesión del pueblo llano, sumisamente detrás de unos curas y unas cuantas imágenes, expresó, adolorido la pena que la causaba ver las víctimas inconscientes, marchando y orando, detrás y por sus verdugos.

jueves, 3 de julio de 2008

¡No a la fascista ley de inmigración!

“…uno, la globalización no es sino la mayor socialización de la producción que el mundo vive; implica la más profunda y expansiva explotación y opresión de naciones y pueblos por el imperialismo, principalmente en beneficio del norteamericano. Dos, la mayor socialización de la producción que somete cada vez a más de cientos de millones de personas al mismo proceso explotador, sigue madurando la realidad objetiva que incrementará su clamor por la transformación del orden imperante. Tres, el imperialismo norteamericano no es sólo el gendarme sino, principalmente y de nuevo, el enemigo de los pueblos del mundo”.

Los gobiernos reaccionarios de Europa han promulgado la “ley de inmigración”, que establece entre otras medidas, un período de “retorno voluntario” para los “inmigrantes ilegales” de entre 7 y 30 días. También prevé que los “ilegales” puedan ser encarcelados hasta 18 meses en los casos en que éstos no cooperen en su identificación o haya problemas para obtener la documentación de países terceros. Además, se establece para los expulsados una prohibición de retorno a la Unión Europea de hasta cinco años. En cuanto a los menores no acompañados, se acepta la posibilidad de que puedan ser devueltos a tutores que no sean familiares directos o a instituciones de su país.

Estas medidas que van en contra de los derechos fundamentales de toda persona, compara y pone en el mismo lugar a un “inmigrante” con un delincuente.

Estas medidas fascistas contra la inmigración se dan en un momento de crisis de su podrido sistema capitalista, cuando luego de haber explotado hasta la saciedad al pueblo, entre ellos a los “inmigrantes”, y con esto llenado sus arcas de dinero, ahora los consideran una carga que no desean, de esa forma pagan con “los inmigrantes” su crisis. Crisis generada por los propios imperialistas que antes clamaban “libre mercado” y ahora basados en su “globalización” monopolista maneja las leyes del mercado.

Estos explotadores inhumanos permiten la libre circulación de grandes capitales de los países colonizados a sus bancos y restringen la circulación de masas de esos mismos países colonia, cuando es la explotación de las masas la que genera el capital.

El imperialismo globaliza la producción más no los beneficios de ésta.

Para hacer su medida más “popular” han iniciado una campaña reaccionaria, apoyada por partidos de extrema derecha, culpando a la “inmigración” de todos los males de su injusto sistema, como si el trabajador “inmigrante” fuera quien determinara las leyes económicas.

Este plan lo que propone es enfrentar masas contra masas para poder viabilizar sus siniestros intereses de clase -fascista- que demuestran el odio a nuestra clase trabajadora, sea nativa o extranjera, y van en contra de los derechos fundamentales del pueblo en su conjunto.

Son macabros planes que debemos combatir todas las fuerzas populares y revolucionarias.

¡No a la fascista ley de inmigración!

¡Defendamos los derechos fundamentales del pueblo!


Junio 2008

Asociación por la Defensa de los Derechos Fundamentales del Pueblo.